La cultura hacker surgió en el mundo académico en la década de 1960 en torno al Tech Model Railroad Club y el Laboratorio de Inteligencia Artificial del MIT. Si bien no es un concepto nuevo, está más de actualidad que nunca.


El pasado 20 de julio celebramos la 2º edición de Incentro WWW (Women, Wine & Workplace) con María Álvarez de Linera, quien es considerada como una gran experta y conocedora del comportamiento humano en los ámbitos de negocio gracias a su visión inconformista, curiosidad constante, creatividad y mirada a una realidad en constante cambio; para hablar de la cultura hacker.

Se trata de un concepto que nació en la década de los 60 y que sin embargo ha vuelto con fuerza en los último años. Pero empezaremos por el principio, aclaremos qué es un hacker.

Aunque se trata de un término que en los últimos años hemos asumido y al que le hemos dado una connotación negativa, especialmente los medios de comunicación, la realidad es que el hacker originalmente no era visto como un pirata si no como un experto en código. Entre algunas definiciones encontramos que se trata de una persona que disfruta explorando los detalles de los sistemas programables ampliando sus capacidades, a diferencia de la mayoría de los usuarios, que prefieren aprender sólo lo mínimo necesario.

De hecho, se recomienda diferenciar claramente entre hacker y cracker, ya que, si bien ambos son expertos en descubrir vulnerabilidades y mejoras en los sistemas, el segundo lo hace con propósitos ilícitos.

La ponencia se centró en abordar la importancia de dos de los pilares fundamentales de las empresas como son el talento y la tecnología para el crecimiento y la competitividad de las organizaciones.

La tecnología bien implementada empodera a los empleados y mejora su productividad, mientras que las personas con habilidades y conocimientos adecuados pueden aprovechar al máximo el potencial de la tecnología para lograr los objetivos de la empresa. Se trata de una sinergia poderosa que puede impulsar el crecimiento y el éxito de las empresas.

El hacking cultural no se trata de desmantelar la misión, visión y valores de la compañía. Al contrario, requiere comprender el porqué de los valores y conocer bien la organización para identificar dónde y cómo se pueden cambiar las formas de hacer, para realmente vivir los valores. Los hackers culturales, igual que los informáticos, trabajan en red, para introducir pequeños cambios y ganar el apoyo de personas de la organización para llevar a cabo el cambio deseado.

Por lo tanto podríamos decir que un culture hacker es un individuo con un conocimiento profundo de su organización, que disfruta frente al desafío que supone superar los límites establecidos para lograr resultados diferentes e innovadores que generen un impacto positivo en la compañía. Un proceso en el que cada vez más la tecnología tiene un papel relevante.